miércoles, 17 de agosto de 2011

EL CONFLICTO DE LA GESTIÓN CULTURAL PÚBLICA; el ministerio de cultura.

EL CONFLICTO DE LA GESTIÓN CULTURAL PÚBLICA; el ministerio de cultura.

A cuatro años de la creación del Ministerio de Cultura tenemos que
decir que este organismo no ha cumplido el rol para el cual fue
concebido, ni política, ni ideológica y peor de gestión cultural.

Uno de los síntomas mas preocupantes es el de que la cultura todavía
no importa, esta es sin duda una de las mayores contradicciones,
porque por un lado el gobierno crea el ministerio, establece un
objetivo especifico de cultura en el plan de desarrollo e introduce
una serie de artículos en la constitución, como el de la creación del
sistema nacional de cultura y, en la practica el mismo gobierno, no
asegura una mayoría en la comisión encargada de elaborar la ley
orgánica de cultura y por otra la equivocación exagerada al sentar en
la dirección de la política cultural a personas que desconocen y que
no están alineadas al proyecto de revolución cultural con que fue
ideado el ministerio de cultura.

Esto ultimo se evidencia de manera contundente al nombrar como
ministro de cultura a Ramiro Noriega, un promiscuo cultural, es decir
alguien  mezclado confusamente y sin orden.

Después de la perdida de tiempo y por supuesto de recursos y de
esperanza para el sector, los gremios críticos y progresistas lanzaron
una serie de candidatos para ocupar el cargo de ministro, sin embargo
los postulantes, al final, no aceptaron, por lo difícil de la
situación en que quedo la gestión cultural de lo público, luego de la
gestión de Noriega. Entonces el nombre del ministro surgió de los
mismos sectores del gobierno, precisamente de la ministra Espinosa,
quien mocionó a Eryka Silva, profesora de la facultad de comunicación
de la UCE y esposa de Rafael Quintero, histórico militante socialista
y aliado en la actualidad al ministro de relaciones exteriores Ricardo
Patiño, y que actualmente ejerce las funciones de subsecretario de
Relaciones exteriores y presidente del partido socialista.

En todo caso, el sector cultural se situó a la expectativa de cambios
contundentes y profundos, dado el perfil de familiaridad con la
izquierda, sin embargo, cerca de diez meses de encargo a la señora
Silva al frente del ministerio de cultura, nos sentimos abatidos al
constatar el habernos equivocado una vez más, pues, podemos asegurar
que esta es, sin duda, la peor gestión pública de la cultura, incluso
inferior que la del periodo funesto de Noriega.

En primer término hay que destacar la dejadez, apatía e inacción
frente a la ley orgánica de cultura.

En segundo lugar a la falta de creatividad para promover procesos de
cambio cultural, con verdaderos macroprogramas de alcance y
profundidad nacional, a pesar de la predisposición y apoyo del
gobierno de Correa y la disponibilidad de fondos para hacerlo.

En tercer lugar, la falta de visión, rumbo y de construcción de
políticas culturales de largo alcance. No se ha elaborado un plan
estratégico de cultura. Nada de planes ni programas nacidos del
socialismo para la cultura, solo un continuismo zombi y atormentado,
atrapado en la más paralítica  burocracia.

En cuarto lugar, el desgaste burocrático y ciudadano en la
organización repetida y cansina de pequeños eventos y actividades
intrascendentes, con montos altísimos y cuya competencia, para
ejecutarlos, son de la casa de la cultura o de las direcciones
culturales de lo gobiernos autónomos. Aquí debemos resaltar eventos
precarios y efímeros sin impactos ni social ni cultural como “y
vertieron su sangre por ti”, evento de una pobreza estética y
conceptual que alcanzo la exorbitante suma de 200.000 dólares y que
reunió a no mas de 500 ciudadanos en la plaza San Francisco, en Quito.
“La fiesta del hornado”, evento que no tuvo una reflexión seria,
reduciéndose a una comilona grotesca y folclórica de una de las
expresiones gastronómicas mas llamativas de  la cultura popular. A
ello, se añade eventos concebidos torpemente, desde una visión
novelera, esnobista y pésimamente plagiados de otros países, como son
los llamados “sitios de memoria” o “las rutas de los esclavos”. No
existe pues un control de calidad en los contenidos y formas de los
eventos y un análisis de los impactos de estos a favor de la
población, estos eventos son aislados e independientes del plan
nacional de desarrollo, obedecen muchos de ellos a iniciativas
individuales que por una suerte de coyuntura política o de amistad son
realizados, este es el caso de “la chiva quiteña”,  que no es mas que
un negocio particular con fondos públicos.

La tan mentada descolonización no ha sido elaborada bajo un corpus
teórico que la sustente, por ello cualquier evento con un nombre
marketinero simplista pasa a ser un evento descolonizador, cuando en
la practica vemos que estos eventos ayudan a reproducir situaciones de
dominio y exclusión, algo de lo que dice la ministra en sus vacilantes
e inseguros discursos  estar en contra, y propone la descolonización y
la creación de la identidad simbólica, como referentes emblemáticos y
utópicos de su indigente teoría y política.


Un chasco más, a la demanda ciudadana de programas efectivos que
puntualicen en el factor cultural, el desarrollo humano. Necesitamos
de tesis revolucionarias que se operen desde las bases sociales ávidas
por aprender y ejercer sus derechos.

En quinto lugar, la fuerte dosis de política clientelar, defecto
propio de la partidocracia , al convertir al ministerio de cultura, en
un botín político  y en un espacio de trabajo para la militancia
socialista. Y lo peor,  es tener una  militancia adulona,
inescrupulosa y corrupta al aceptar cargos para los cuales no están
preparados. Las asesorías, subsecretarías y direcciones nacionales y
provinciales están ocupados por personal totalmente ajeno a la gestión
de la cultura, personal que ha rodado por los espacios de poder del
partido socialista en este gobierno. A ello hay que sumar la cantidad
excesiva de personal contratado para realizar tareas inexistentes.
Para encubrir  la cuota socialista, se ha reclutado también personal
íntegramente femenino, dándole al ministerio el carácter de
institución matriarcal, donde la ginecocracia ejerce el poder en
instancias claves, como son el viceministerio y las subsecretarías de
Cultura, de Patrimonio y de Planeación. Estas dos últimas ocupadas, la
de patrimonio, por una joven mujer esbirra de la democracia popular,
cuyo vinculo al ministerio se debe a su orientación sexual, sostenida
por una red demócrata popular lesbica que opera desde el ministerio de
Patrimonio  y la otra por la esposa del alcalde de Quito Agusto
Barrera.

El matriarcado enquistado en el ministerio tiene como viceministro a
Marisela Rivera, una joven audaz , esposa del actual ministro de
Economía, señor Rivera, cuenta además con Florance Baylon, de
nacionalidad francesa y esposa de Patricio Zambrano, diputado
socialista alterno al parlamento andino, una asesora de nacionalidad
argentina, esposa de Rene Ramírez, secretario de senplades, Beatriz
Jarrín, hermana del siempre oportunista señor Jarrín, ahora convertido
en subsecretario de gobierno, esposo a su vez de Soledad Buendía, ex
directora de recursos humanos del Ministerio de Cultura y quién
ingreso ilegalmente a más de ciento veinte personas como funcionarios
con nombramiento al ministerio.
No existe proyecto político para la cultura, todo se reduce a una
acomodación de la burguesía autollamada de izquierda, que lucha entre
gallos y media noche por sostenerse en el poder a cualquier precio.
Una casta más, que opera como una secta que paga y recibe favores,
donde no solo los militantes, sino los parientes y amigos son
variables multigrupo para incrustarse y detentar desde cualquier
espacio el poder. La expectación de un ministerio de cultura,
integrador y cohesionador de la memoria y de la identidad parece
esfumarse como un olor deleznable en el aire.

Estimado amigo:

Me lo envió un amigo, que me autorizó, poner mi nombre.
Cordialmente,
Dr. Jaime Valladares Acosta

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